Segunda entrega sobre el tema.
Economía de recursos: comprender / memorizar
Después de la entrada anterior se podría pensar que el método con el que trabajo cuando dibujo es el de intentar "fotografiar" mentalmente lo que veo e intento representar, acumulando todos cuantos datos sea capaz de almacenar. Nada más lejos de la realidad. Entre otras cosas, no tengo control directo sobre mi memoria visual. Sé que hay gente que sí lo tiene, que, incluso, puede recordar una ciudad vista desde un helicóptero para dibujarla de memoria a continuación con todo lujo de detalles (y creo recordar que con un bic; buscadlo en internet, porque seguro que aparece, un chaval negro con aire rapero) pero en mi caso -aunque creo que mi memoria visual es buena- es un proceso del que, como mucho, controlaré un 20%. Cuando recuerdo vagamente un párrafo o una imagen de un libro los recuerdo "ubicados": en página izquierda, en la parte superior... Pero es evidente que cuando leí el libro no hice ningún "esfuerzo" consciente en almacenar tales datos. Por eso, en la entrada anterior, hablaba de mi desconfianza hacia lo que está ya guardado en mi sesera. Así pues, ahí estoy yo, después de comer, viendo un reportaje de naturaleza de la 2. Yellowstone pasando del otoño al invierno. Hoy los protagonistas, wapitis (ciervos) y lobos. Me llaman la atención los ciervos: los machos en esta época muestran su cornamenta en todo su esplendor y sus formas me parecen muy interesantes. Decido que cuando vuelva dentro de un rato al estudio, o tal vez dentro de un par de días, los dibujaré. En mi cabeza, como en el caso de la jirafa, hay ya una cantidad nada despreciable de datos para representar "un ciervo". El primer paso es, pues, confrontar rápidamente (el programa no se detiene y en cualquier momento los wapitis pueden desaparecer definitivamente de pantalla) esos datos almacenados con lo que estoy viendo y, para optimizar el proceso, no molestarme en "registrar" lo que no necesito. Del mismo modo que sé que el wapiti (salvo sorpresa mayúscula) tendrá dos ojos, dos orejas, cuatro patas, etc... puedo acelerar la gestión y "comprimir" una buena cantidad de datos (como lo hacen los algoritmos de compresión de imágenes) si recurro a la comprensión, con "n". Este, claro, debe haber sido un proceso previo, ejercitado, como una gimnasia, a lo largo de años.
Factores comunes
Salvo escasas excepciones, las patas de los vertebrados (mamíferos, aves, reptiles, batracios...) "funcionan" igual.
A primera vista parecen tener muy poco en común pero, a poco que nos fijemos, encontramos "patrones" estructurales.
Lo que varían son las distintas proporciones, pero la "mecánica" es la misma.
Como ya he "comprendido" previamente como funcionan las patas (o una bicicleta o una ola) puedo concentrarme en percatarme de esas proporciones cambiantes y en alguna particularidad que sea definitoria.
Esquema
Organizar mentalmente el conjunto a través de un esquema me funciona. Después de ver unas cuantas escenas de wapitis anoto mentalmente los siguientes esquemas:
Bueno, al final no son tantas cosas a guardar... Cuerpo más claro que patas, cuello y cabeza, y un llamativo corazón blanco en las nalgas. Me fijo en como se mueven, en la gestualidad... Vaya, hora de marchar. Me quedo sin saber cómo afrontarán los wapitis la crudeza del invierno en Yellowstone. Llego al estudio y sobre la mesa está el trabajo que quedó en proceso al mediodía. Lo retomo y, hacia media tarde, cuando me levanto para hacer un descanso, me acuerdo de los wapitis e intento dibujarlo. Al llegar a la cornamenta me doy cuenta de que debería haber reparado mejor en su forma. Tiro de intuición...
Creo que cuando comprendes algo, puedes dibujarlo. Al menos a mí me funciona. Lo que no comprendes, solo puedes reproducirlo. En el primer caso, de alguna manera, tú posees lo que dibujas. En el segundo, lo que reproduces sigue siendo completamente ajeno a ti, como un jeroglífico sin resolver o un texto en una escritura y un lenguaje desconocidos. A lo más que podrás aspirar es a "copiar" esos trazos, esa línea que se curva un poco, esa recta que se alarga, pero condenado a no "entender", a no poder utilizar esos signos, ese lenguaje para expresar tus propias ideas y sentimientos. Solo imitarlos, tal cual.