Esta versión de Pedro y el lobo es mi primer libro -y, hasta el momento, el único- supuestamente dirigido a un público infantil. Pero lo hice desde la perspectiva de un adulto que evoca sensaciones de infancia, y creo, sinceramente, que el resultado no es una obra "puramente" infantil. Gracias a las sesiones de firmas en festivales y salones del libro he comprendido que este Pedro y el lobo es parecido a un tren eléctrico: les gusta a los padres para compartirlo con los hijos. Bueno, no me disgusta nada que sea así.
En su momento, el final que Prokofief le dio a la historia fue muy avanzado, pues el lobo acababa en un zoológico, propuesta muy progresista en aquel entonces. Creí que a finales del siglo XX, con nuevas sensibilidades y problemas acerca de la Naturaleza y el ecosistema, se podría "actualizar" el mensaje, y me permití alterar el final.